Edad Media

 

De la época visigoda (siglos V-VII) se siguió utilizando la red viaria heredada de época romana. La decadencia socioeconómica del imperio romano se refleja en una modificación de los modelos de población, por lo que asistimos a la desaparición de las villae y la aparición de pequeños núcleos rurales dedicados a una economía de subsistencia con un fuerte componente dedicado a la ganadería.

Aún no han aparecido restos en Collado Villalba, es de suponer que si existieron asentamientos cercanos al río Guadarrama por la proximidad de la vía romana y por la existencia de asentamientos en Colmenar Viejo, Galapagar y Torrelodones bajo el dominio y esplendor de Toledo.

​​​​​​​De hecho, investigaciones recientes, apoyándose en la arqueología, han confirmado que toda la transierra segoviana, es decir, los sexmos de Casarrubios y Valdelozoya, la comarca de Buitrago y el futuro Real de Manzanares, ya estaba poblada cuando llegó la oleada colonizadora cristiana del norte.

Eran núcleos de población de pequeñas comunidades mozárabes y musulmanas, apenas comunicadas que escapaban a la autoridad central andalusí y vivían en un medio de abundante agua y pastos, dedicados fundamentalmente a la ganadería como forma de vida. (MARTÍN VISO I, “Castillos, poder feudal y reorganización espacial en la Transierra madrileña (siglos XII-XIII)” en Espacio, tiempo y Forma, serie III, Historia Medieval, n 13, pp 177 – 213.)

Los sexmos fueron una división territorial que comprendía un cierto número de poblaciones asociadas para la administración de unos bienes que eran comunes a todas ellas.

Tenemos vestigios del asentamientos de los árabes, en distintas fuentes con bóvedas de ladrillo y sepulturas de tipo antropomórfico excavadas en roca en el término municipal de Alpedrete, un puente en Galapagar y restos de torres defensivas en Torrelodones correspondientes al entramado defensivo de la Marca Media Andalusí esbozada por Féliz Hernández, (La travesía de la Sierra de Guadarrama en el acceso a la raya musulmana del Duero”, al-Andalus, XXXVIII, 1973, pp. 69-185 y 415-454.

No menos importantes son las investigaciones de Jesús Rodríguez Morales y Fernando Sáez Lara “Las atalayas entre Talavera y Talamanca: ¿un limes de época andalusí? En espacios fortificados en la provincia de Toledo). De este período el río Guadarama recibe el nombre de Quadi-ar-Ramal o río arenoso.

La Repoblación está marcada por el papel que jugaron los concejos del norte de la sierra de Segovia y el de las ciudades del reino taifa de Toledo como Madrid. Del siglo XII datan las primeras disputas entre madrileños y segovianos en cuanto a los derechos de poblamiento sobre la zona de la sierra En el siglo XIII pasó a convertirse en un sexmo de Segovia, hasta que en 1332 Alfonso X crea el Real de Manzanares (Anales de Madrid de León Pinedo.) Los pleitos de los segovianos con madrileños, por los pastos y el carboneo fueron zanjados en cierta forma con la creación de El Real de Manzanares.

Estas disputas continúan hasta que Collado Villalba pasó a ser patrimonio de la casa de Mendoza, Juan I concede en Señorío de El Real de Manzanares a Pedro González de Mendoza, su Mayordomo Mayor, en 1383, del cual lo hereda su hijo, Diego Hurtado de Mendoza, almirante de Castilla, para pasar definitivamente a la Casa de Mendoza en la época de Juan II, quien da plena posesión a don Iñigo López de Mendoza y le concede el título de Marqués de Santillana. Sus descendientes aparecerán en la documentación como Duques del Infantado o Almirantes de Castilla.

De la repoblación realizada por los Segovianos permaneció la tradición ganadera que junto con las condiciones del suelo que en poco favorecieron lo,s cultivos. El fuerte protagonismo que adquirió la ganadería, especialmente bovina y trashumante, se debía a las grandes superficies de tierra disponibles para pasto del ganado y a la aparición de la oveja merina y la gran aceptación que tuvo su lana en los mercados exteriores.

Alfonso X en 1273 da carta de privilegio para nombrar funcionarios al Honrado Concejo de la Mesta de Pastores de Castilla dando así carta de naturaleza a una institución dedicada a potenciar la economía castellana basada en la ganadería trashumante. Desde finales del siglo XII la red de cañadas reales se desarrollaron en torno a tres grandes artesas: las cañadas leonesa, manchega y segoviana, esta última se dividía, a su vez, en dos ramales, uno de los cuales, en su camino hacia Talavera y el valle del Guadalquivir atravesaba varios pueblos del Real de Manzanares.

Esta red principal se complementaba con cañadas secundarias y ramificaciones a escala local y comarcal, que en función de su anchura se denominaban cañada real (90 varas), cordeles (45 varas), veredas (25 varas), y coladas (de ancho variable). La vara castellana era equivalente a unos 835 mm.

Su paso por el territorio de nuestro municipio supuso sin lugar a dudas un nuevo impulso a su economía y sobre todo en el intercambio de noticias e ideas.